29.9.09

Reflexión tras el debate

Tras el debate que generó en Iwetel el anterior mensaje de esta bitácora, una vez leídas las diversas aportaciones, se me ocurren varias reflexiones.

Las opiniones están muy polarizadas. Hay quien sigue pensando que dedicar tiempo a las redes sociales y demás para lo único que sirve es para desatender lo que llaman "servicios consolidados y de probada eficacia". Esto parece dar por sentado que quienes defienden la presencia de nuestros centros en las redes sociales quieren romper con el pasado y desmontar las estructuras heredadas para construir algo nuevo desde sus cimientos. Ni una cosa ni la otra. No creo que se desantiendan los servicios "de toda la vida", simplemente se intenta ampliar el catálogo de esos servicios aprovechando unas herramientas que hace poco no existían pero que hoy en día están muy arraigadas entre los usuarios de Internet (según publicó el diario El País un 75% de los internautas españoles utilizan alguna red social). Hay que ir donde están los usuarios y hoy en día en las redes sociales hay muchísimos usuarios potenciales.

¿Se trata de una moda pasajera? Hay quien parece opinar que esto no es más que el capricho de un grupito de "alucinados por lo nuevo" que se dedican a esto porque es "megachachiguay". Además lo hacen improvisando, sin una mínima planificación y sin un objetivo claro. Pues no. Quizá no haya que estar "alucinados por lo nuevo" pero tampoco podemos quedarnos contemplando lo que pasa. Éste es un tren al que hay que subirse en marcha o no subir. Se trata de experimentar y todo experimento encierra en sí la misma posibilidad de fracaso o de éxito. Y además, seamos claros, el principal problema en nuestras administraciones públicas sería de tipo económico: un fracaso que además cueste un dinero al bolsillo del contribuyente es mayor que si el coste ha sido únicamente de tiempo. ¿Podemos permitirnos ese "lujo"? Yo creo que sí.

Nuestra presencia en las redes sociales podría ayudar a cambiar nuestra imagen. Porque, lo niegue quien lo niegue, muchos siguen pensando que la biblioteca no es más que un sitio para estudiar que lo único que ha de ofrecer es espacio de sobra y calorcito en invierno y fresquito en verano. La bibliotecaria (así, en femenino), es una señora solterona, borde, con gafas, que para lo único que sirve es para mandar callar. ¿Nos gusta el panorama? A mí, desde luego, no. Creo que, por ejemplo, aparecer en Tuenti, la red social que más usan nuestros estudiantes, para informarles de que somos mucho más que eso sería un avance para desterrar el tópico. No se trata de entrar en sus vidas, en meternos en lo que no nos llaman. Se trata de estar a su lado cuando nos necesiten, que será cuando se enfrenten a la vorágine de la información. Así tal vez consigamos que cuando se dirijan a nosotros no sea para que subamos la calefacción o bajemos el aire acondicionado.

Pero claro, también podemos adoptar la postura paternalista que llevamos acarreando tanto tiempo. Pobrecitos los usuarios, que no saben nada; menos mal que aquí estamos nosotros para remediarlo. Ellos sólo reciben información, la infomación que nosotros les haremos llegar porque somos los únicos que sabemos manejarla. Eso se ha acabado. El usuario no es ya un mero receptor de información, sino que la genera y la transmite. Si lo único que hacemos nosotros es decirles: "¡No, así no se hace, déjame a mí que te digo como es!" al final nos darán la espalda y harán la guerra por su cuenta. No nos necesitarán, o al menos eso creerán ellos. Por eso, ¿no será mejor ayudarles dándoles la importancia que tienen, sabiendo que la tecnología actual les ha puesto al mismo nivel que el nuestro en el ciclo de vida de la información? Si no comprendemos esto, si lo desdeñamos en nombre de esos supuestos servicios que tienen "probada eficacia" (que, por cierto, nadie habla de eliminar, ni siquiera modificar) será cuando esa brecha digital inversa se abra ante nosotros. Ofreceremos muchísimo a los usuarios, pero ellos preferirán hacer la guerra por su cuenta y seguiremos tan invisibles e incomprendidos como hasta ahora.

23.9.09

La brecha digital inversa

Yo siempre he entendido el término "brecha digital" como la imposibilidad de acceder a las tecnologías que permiten utilizar la información por causas que pueden ser económicas, sociales, culturales, etc. Esta brecha puede incrementar considerablemente las ya de por sí enormes diferencias que existen entre el mundo rico, industrializado, digitalizado y esa otra parte, que además es la más numerosa, que bastante tiene muchas veces con buscar lo mínimo para subsistir.

En ese mundo rico, en el que en principio esta brecha no sería tan grande o profunda, podría surgir ahora otro tipo de hueco, de una naturaleza bastante distinta. Un hueco debido a una segunda revolución tecnológica que pasa ante nosotros con la velocidad del rayo y a la que nos debemos aferrar si no queremos vivir de espaldas a la realidad.

"Segunda revolución" y "espaldas a la realidad", dos expresiones que merecen tal vez un comentario preliminar. Segunda porque en nuestro mundillo, las bibliotecas y afines, ya hubo una primera revolución años ha, cuando los ordenadores dejaron obsoletos esos tradicionales armaritos de fichas que para muchos siguen siendo, junto a las Reglas de Catalogación, el más sagrado símbolo de la profesión bibliotecaria. Cuando hace ya casi veinte años los nuevos sistemas de recuperación de información permitieron que se encontrasen registros bibliográficos independientemente del término de búsqueda que se utilizase, el estar sólo un minuto pensando en cuál sería el encabezamiento principal de un asiento bibliográfico pasó a ser una terrible pérdida de tiempo. Pero hubo quien no lo entendió así y siguió esgrimiendo su Libro, las Reglas, en el nombre de la esencia de la profesión. Vivir a espaldas de la realidad, en definitiva.

Y cuando todavía hay quien no lo ha asimilado, viene la segunda revolución. De la Web estática, unidireccional, a la Web social, que propicia la participación de los usuarios en el ciclo de la información. ¿Qué hacemos ante esto? De todo. Muchos piensan aún que esto de las redes sociales, los mundos virtuales, etc., no es más que una moda pasajera y una bobada en la que no se puede perder el tiempo. Pero la realidad es tozuda: ¿dónde están nuestros usuarios? (Y ahora me refiero sobre todo a las bibliotecas universitarias) Nuestros usuarios, estudiantes, jóvenes, están en las redes sociales. Si queremos llegar a ellos no nos basta con tener unas magníficas páginas Web (que, sin duda es necesario tener), sino que hay que acercarse a los lugares donde están, y hoy por hoy esos lugares son las redes sociales. ¿Que no tenemos claro esto? Ahí es donde se abrirá la nueva brecha digital, la brecha digital inversa, la que surgirá porque, aun disponiendo de la tecnología y pudiendo utilizarla, demos la espalda a los sistemas de comunicación que emplean nuestros usuarios.

No se trata de entrar en su vida, de ser sus amigos. Se trata de acompañarles en este fascinante viaje que es navegar por el océano de la información. Se trata de estar a su lado, sin molestar, sólo interviniendo cuando nos lo piden o cuando se trate de darles una información que sabemos les va a interesar. De lo que no se trata es de despreciar esto, de considerarlo una simple moda, de seguir encerrados en nuestras torres de marfil de espaldas a esos usuarios a los que debemos servir, no de los que nos debemos servir para justificar nuestra existencia utilizando la célebre máxima ilustrada: "todo para el usuario, pero sin el usuario". Abramos nuestras puertas a las redes sociales, no les demos la espalda.

14.9.09

Los mundos virtuales se multiplican


Hasta ahora siempre que hablamos de mundos virtuales tenemos en la cabeza el más conocido, Second Life. Pero hace bastante tiempo que dejó de ser el único. Un simple vistazo a la recopilación hecha por Hispagrid nos dará una idea de las diferentes tecnologías que están ya en marcha para hacer de los mundos virtuales una herramienta de código abierto y que además sea posible enlazarlos entre sí, para hacer de la interacción en tres dimensiones otro modo de navegar por el océano de la información.

Una de estas tecnologías es OpenSim, con la que yo he hecho algunas pruebas (la imagen que encabeza este texto es una isla que creé utilizando como servidor un PC normal y corriente). Cada vez va mejorando un poco más y, sobre todo, se va independizando de Second Life casi completamente (porque en principio había que utilizar el mismo visor -programa cliente- para entrar; ya se han desarrollado visores propios e independientes). OpenSim permite que creemos en un servidor propio un mundo virtual que luego podríamos insertar en un "grid" como el de Second Life. Ya existen numerosos "grids" de este tipo, uno de cuyos ejemplos es el español Hispagrid; pero hay bastantes más.

A veces he soñado despierto con que nuestras redes o consorcios de universidades creaban un "grid" académico español en el que las diferentes universidades insertábamos nuestros mundos virtuales creados con alguna de estas plataformas de código abierto y formábamos así una red académica de entornos virtuales multi-usuario en 3D sin tener que depender de los propietarios de Second Life. Una red que además se podría enlazar con los diferentes "grids" que fuesen surgiendo. ¡Quién sabe! Quizás algún día se cumpla...