5.10.16

"La vida ha de seguir (Memorias de Clara Ruiz)", novela

 La fuente de Cibeles, en su búnker, 
como estuvo entre junio de 1937 y abril de 1939.
Clara Ruiz fue testigo de su construcción.

Una de las cosas de las que me he dado cuenta al intentar escribir ficción y, por lo tanto, al crear personajes, es que se les acaba tomando mucho cariño. No a todos, por supuesto, pero sí a algunos que, cuando se llega a los últimos párrafos del cuento o la novela, se empieza a echar de menos como si uno de tus hijos se marchase a un largo viaje del que tardará mucho en regresar.

Quizá sea por eso por lo que muchas veces hago aparecer personajes de unas de mis historias en otras. De ese modo quedan todas enlazadas de alguna manera y no me tengo que despedir de una forma tan traumática de esas criaturas del todo desvalidas, sobre las que tienes, como escritor -aprendiz de escritor en mi caso- un poder absoluto.

Eso es, entre otras cosas, lo que me llevó a escribir esta novela, La vida ha de seguir (Memorias de Clara Ruiz), que ya está en la imprenta y se presentará el próximo día 22 de octubre en La Libre de Barrio, de Leganés, dentro del ciclo "Hablar de libros es bueno", organizado por la editorial Playa de Ákaba, que ha tenido a bien publicarla. Su protagonista, Clara Ruiz de Segovia, aparece, si bien de una forma bastante etérea, aunque importante, en El cerro de Garabitas. De hecho, es bisabuela de uno de los personajes principales de aquella novela. De ella se dicen allí algunas cosas que he intentado desarrollar en esta otra. En realidad me he servido de este personaje para adentrarme siquiera un poco en varios asuntos que me interesaban muchísimo: los primeros años de las mujeres en la universidad española y las dificultades que se encontraron sobre todo en carreras que no se consideraban "adecuadas" para ellas, el benemérito Lyceum Club, que tan breve trayectoria tuvo y tan importante fue para el progreso de las mujeres en una sociedad del todo hostil para ellas cuando pretendían salir de la exigua parcela que se las tenía -y, en muchos casos, aún se las tiene- adjudicada, la gran esperanza y la gran frustración que supuso la República, la vida cotidiana en Madrid durante la guerra civil, las actividades clandestinas que allí tuvieron lugar...

(Pero no sólo me he traído aquí a Clara, también Rosalía de Carvajal y Josefa Sanabria, personajes de Variaciones sobre tres nombres, otra de mis novelas que está disponible para quien quiera leerla, desempeñan un papel importante en el transcurrir de la vida de mi heroína).

Así que en estas memorias ficticias, que abarcan desde el último año de bachillerato de la protagonista (1918) hasta los primeros momentos de la posguerra civil, he contado cosas sobre esos asuntos que he enumerado antes. Algunas las he sacado de libros, artículos, y otras fuentes, pero otras provienen directamente de personas que vivieron aquellos hechos; durante muchos años escuché cómo me narraban una y otra vez algunos episodios que he trasladado a la vida de Clara, mezclados con hechos históricos y otros del todo inventados. Ojalá quien la lea disfrute con ella.